Muchas veces, el raciocinio humano nos impide digerir la verdadera esencia de una obra surrealista. Las personas nos hemos acostumbrado a huir de los sucesos a los que no podemos encontrarles una explicación coherente. Con la literatura surrealista suele pasar algo parecido, aunque no es exactamente así cuando nos encontramos ante una obra tan insustancial y llamativa como es El sueño de Rodrigo de Manuel Mancilla.
En esta pequeño relato se esconde una narración que provoca incomodidad a la vez que fascinación de una manera tan simplona y tan poco elaborada que casi parece intencionado. Rodrigo, personaje principal del relato, se puede describir como un hombrecito de ambiciones extrañas; un día se levanta deseando ser una estrella. Esta aparente dilogía quedará embadurnada de un entrañable e inocente espíritu estrelero y la lección moral de unos dioses galácticos.
De lenguaje sencillo, escaso y muy poco cuidado, la historia fantástica que nos ofrece Mancilla contiene un poco de eso, de lo que suele beber el surrealismo, hasta el punto de sacarnos una misteriosa y absurda sonrisa tras cada capítulo.
El sueño de Rodrigo de Manuel Mancilla es, sin duda, unos de los pocos relatos que han logrado mecer esa pequeña pretensión de mi alma, tan susceptible a encontrar una aclaración a todo, correcciones automáticas que suelen abundar en los ojos de un lector clásico.